Estimados amigos y colegas,
Éste es un momento difícil para quienes creemos en la justicia y la democracia.
Un hombre que llevó a cabo una campaña insurgente como un demagogo racista, xenófobo, misógino y anti-establecimiento es ahora el presidente electo de los Estados Unidos. En los días y las semanas próximas habrá un extenso examen de conciencia y un análisis detallado del electorado, y de las dinámicas que produjeron este resultado. Se acusará con enojo. Ambos partidos, los medios periodísticos, la industria encuestadora, la Corte Suprema (esta fue la primera elección desde que destruyeron la Ley de Derechos Electorales) y grandes segmentos de la sociedad civil tendrán mucho por lo cual responder. Pero seamos claros: Trump creó su campaña en torno a una visión culturalmente excluyente de los Estados Unidos, y movilizó, con un éxito sin precedentes, la solidaridad racial entre la gente blanca cruzando fronteras de clase y género. Dejando de lado cualquier otra cosa que haya influido en el resultado, el voto de los blancos le entregó la presidencia a Trump.
Hace falta mucha más reflexión, pero tampoco hay tiempo que perder al prepararnos para lo que seguramente serán tiempos difíciles por venir. No podemos estar seguros de cómo gobernará un Presidente Trump, pero si su administración presidencial tiene semejanza alguna con la campaña que lo llevó a la victoria, nuestros derechos humanos y constitucionales están en grave peligro.
Éstas son sólo algunas de las posibles batallas que tendremos que luchar juntos en los próximos días:
- No hay manera de que Trump no pueda cumplir con todas sus promesas electorales (más respecto a esto a continuación), pero para satisfacer a su base tendrá que ser visto llevando a cabo algunas de sus propuestas políticas intolerantes - y eliminacioncitas - relacionadas con deportar inmigrantes indocumentados, sancionar a los musulmanes y a los refugiados, y construir ese muro en la frontera del sur. (Podemos anticipar a quién Trump culpará por sus fracasos: a las élites liberales y las masas de gente de piel oscura/de extranjeros/peligrosas que nada merecen, los mismos grupos contra quienes organizó su campaña).
- Probablemente enfrentaremos la eliminación de la Ley de Cuidado de la Salud Asequible y la negociación colectiva para los sindicatos (legislación de “Derecho al Trabajo”).
- Podemos esperar una estructura impositiva más regresiva y una red de seguridad social reducida y/o privatizada, y lo mismo con los servicios sociales.
- Debemos anticipar más amenazas al derecho al aborto, y el financiamiento para el mayor proveedor nacional de cuidado médico integral para las mujeres está en peligro.
- Trump podría definir la Corte Suprema para una generación.
- La rotunda negación del cambio climático por parte de Trump puede ser desastrosa para el planeta, la economía y las comunidades más vulnerables del Sur Global.
- Los nacionalistas blancos, animados por la campaña de Trump, están listos para aprovechar el momento y alardear su fuerza, la “Derecha Alternativa” estará cazando en el ciberespacio y los incidentes cotidianos de discriminación, ya agudizados durante la temporada electoral, podrían aumentar aún más.
- Existe el peligro de que puedan haber unidades policiales por todo el país que vean la victoria de Trump como una luz verde para desenfrenar la “rabia azul” más allá todavía del perfilamiento racial agresivo y de la violencia que ya hemos visto.
- Trump podría continuar con su práctica de campaña de incitar a la violencia, nombrando y demonizando a sus detractores. ¿Acaso no podría también amplificar el uso de la policía federal y local como policía política encargada de reprimir a los disidentes?
- Su administración podría acelerar la erosión de las instituciones cívicas y democráticas, incluyendo la prensa.
- La elección de Trump posiciona a la Derecha Cristiana como creadores de reyes; las encuestas pre-electorales colocan a los evangélicos como sus partidarios más leales. Trump prometió eliminar las reglas de la IRS que prohíben la participación de la iglesia en las carreras de candidatos, y también defender la causa de exenciones religiosas a la antidiscriminación (LGBTQ y otros tipos) y las leyes laborales, como lo hizo su compañero Mike Pence como Gobernador de Indiana.
Cualquier administración que avance incluso una fracción de tal agenda es inaceptable. Dado que el partido del presidente electo controla ambas cámaras del Congreso y, a nivel estatal, ahora también tiene una trifecta (la gubernatura, Casa de Representantes y Senado) en 25 gobiernos estatales, esta agenda no es sólo posible, es probable.
¿ENTONCES QUÉ TENEMOS QUE HACER?
Ofrecemos los siguientes puntos claves como aprendizajes importantes para tener en cuenta al tomar acción:
- El país está más racialmente dividido de lo que ha estado en décadas.
- Para la mayoría de la gente blanca el racismo ha sido y sigue siendo suicidio económico. Durante los últimos 40 años y más, la derecha (e incluso los demócratas centristas) ha utilizado con éxito asuntos políticamente divisivos, fomentados por el racismo, para atacar los servicios públicos, la red de seguridad social y los sindicatos. En los meses venideros seremos nuevamente testigos de la traición a los trabajadores, blancos y no blancos, a medida que el populismo económico vacío de Trump cede paso a los impuestos regresivos y las ganancias abusivas del sector privado.
- Adaptando la formulación de la periodista Salena Zito, muchos progresistas han cometido el error de tomar a Trump literalmente pero no seriamente, mientras que muchos de sus seguidores lo han tomado en serio, pero no literalmente (votando por él a pesar de, y no por, su fanatismo intolerante). Debemos competir por esos corazones y esas mentes. Hasta los que votaron por Trump no merecen lo que viene. Nadie lo merece.
- Ahora más que nunca debemos invertir en la organización multirracial centrada en una visión compartida e integrada de justicia racial y económica, y en un cambio en la cultura de la educación y el trabajo organizativo antirracista de la gente blanca, alejándonos de nociones de privilegio e identidad de “aliado”, orientándonos en vez hacia una lucha compartida en la que los blancos asumen el liderazgo de organizar a otra gente blanca.
- Debemos aprender cómo presentar mejor nuestra visión de justicia social, racial, de género y económica como una visión común, mayoritaria y no partidaria o de intereses especiales. Debemos valientemente competir por todo el país, incluyendo las comunidades rurales que a menudo son abandonadas para convertirse en zonas de experimentación para la derecha extrema.
Si bien la reflexión es crítica, sólo podemos permitirnos un poquito de tiempo de luto en los Estados Unidos. La naturaleza aborrece un vacío, y la derecha lo aborrece aún más. Debemos prepararnos para defender a las posibles víctimas de la próxima administración y a sus partidarios, incluyendo: los inmigrantes y los refugiados; los musulmanes, judíos y otras minorías religiosas; y a los organizadores de primera línea; esto incluyendo a las comunidades rurales. Pero necesitamos más que defensa. Debemos detener el ímpetu de la derecha al dar un giro ahora, y de forma sostenida, para competir por los corazones y almas de esa gente blanca que es atraída por el populismo regresivo, permaneciendo a la vez firmes en nuestro compromiso con promover la justicia racial, de género y económica. Trump prometió empleos, producción y revitalización económica para los trabajadores de los Estados Unidos. Tal vez deberíamos exigírselo desde el principio, forzando y exponiendo su inevitable traición a la clase trabajadora lo más rápido posible.
El orden político y económico actual es corrupto y una parte significativa del margen de victoria de Trump provino de las víctimas del neoliberalismo, como el programa bipartidista de austeridad económica y la conversión de servicios públicos a centros de lucro. Especialmente en un momento populista como éste, no podemos ganar enterrando nuestra visión de justicia y defendiendo ajustes modestos al status quo. El electorado acaba de repudiar ese enfoque.
¿QUÉ MAS DEBEMOS HACER?
Cuenten con que PRA estará aquí para ustedes, monitoreando las amenazas y revelando lo que cada uno de nosotros puede hacer para avanzar la justicia y la democracia en estos tiempos turbulentos. Éstas son algunas de nuestras primeras sugerencias:
- Repensar / reorganizar el camino de los progresistas hacia el poder, incluyendo una postura adentro/afuera frente a la política electoral mucho más robusta.
- Desarrollar una estrategia robusta para organizar a la gente blanca en torno a un programa sintético compartido de, especialmente, justicia racial y económica, alineado con los movimientos y las estrategias de justicia racial existentes. La derecha vinculó exitosamente a la raza con la economía en estas elecciones; los progresistas generalmente confunden una con la otra o las tratan como objetivos fundamentalmente separados, cuando no lo son.
- Debemos liderar con coraje, humildad y compasión. Este es un tiempo para contar la verdad y repensar las estrategias fallidas, las nuestras tanto como las de otros.
- Debemos basarnos en importantes victorias locales, como la derrota del alguacil Arpaio en Arizona y el freno a la expansión de escuelas privadas financiadas con fondos públicos en Massachusetts, sin quedarnos en lo pequeño. Como progresistas debemos identificar un camino hacia el poder a nivel estatal y, finalmente, nacional.
Tomamos coraje e inspiración de nuestro diálogo con muchos visionarios de la justicia social sobre cómo avanzar desde este nadir. No huiremos a Canadá ni nos retraeremos a un espacio seguro. No hay espacios seguros fuera de los que construimos juntos, de los que nos protegen a todos.
Hacia delante, siempre.
Tarso Luís Ramos,
En Nombre de Political Research Associates
Tarso Luís Ramos es el Director Ejecutivo de Political Research Associates. Ha estado investigando la derecha política de los EE.UU. por más de dos décadas, contribuyendo muchos artículos e informes sobre la derecha cristiana, y los movimientos y las campañas anti-inmigrantes, anti-laborales y anti-ecológicos. Ramos anteriormente sirvió como director fundador del programa de justicia racial del Centro de Estados Occidentales. A lo largo de los ‘90, Tarso trabajó en varios estados occidentales para contrarrestar las campañas contra los homosexuales, las milicias de la derecha y otras amenazas organizadas contra la justicia social. Como director del Proyecto del Wise Use Public Exposure a mediados de los ‘90, supervisó las campañas anti-sindicales y anti-ecológicas de la derecha.